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viernes, 24 de marzo de 2017

₁₂₀ Jazz: Trump's Journey (2013)

Tipo: Plataformas
Año: 2013
Estudio: Egg Ball
En español: No
Multijugador: No
Puntuación: 4

Hoy vamos a hablar del viaje de Trump. Tranquilos que no se trata del actual presidente de los Estados Unidos, nada más lejos de la realidad. Jazz: Trump's Journey es un videojuego de plataformas ambientado en la Nueva Orleáns de los años 20, inspirado hasta cierto punto en la vida de Louis Armstrong, en el que interpretamos a Trump, un trompetista negro que debe alcanzar el éxito (y el amor) gracias al jazz.

Este título aúna una estética de película muda con un curioso estilo de dibujos animados antiguos y una banda sonora estupenda (de jazz, por supuesto), sin dejar de ser en el fondo un plataformas tradicional con algunos elementos relativamente novedosos inspirados en la propia temática musical del juego.

Gráficos inspirados en Nueva Orleáns.

Trump's Journey apareció a principios de 2012 para plataformas móviles y en algún momento posterior fue adaptado a PC. ¿Cuándo exactamente? Ni idea, tal vez a finales de 2013. La historia de este juego es de hecho bastante tortuosa porque la desarrolladora (los franceses de Egg Ball) cerró un año más tarde, el juego nunca llegó a la tienda Steam a pesar de superar la fase de Greenlight, luego estuvo disponible por un tiempo en la plataforma indie Desura (que a su vez desapareció en 2015) y actualmente sólo puede conseguirse para PC en la tienda de Windows, con todas las molestias que eso supone. Ya veis, un jaleo que ha relegado a un relativo olvido un juego simpático y entretenido, y desde luego muy curioso, sobre todo para los que seáis aficionados a los juegos de estilo heterodoxo.

Ah, el amor. Y las enemistades que crea.

Tengo que señalar que el porting ha sido, como en tantas otras ocasiones, un tanto limitado. Para que nos entendamos, se ha adaptado a PC "tal cual". Por ejemplo, falta toda la información de opciones de teclado o configuración del mismo (porque en dispositivos móviles se hacía todo presionando zonas de la pantalla), y tampoco veo cómo es posible elegir el idioma, con lo que he tenido que jugar en francés (más o menos se entiende, pero no es lo mismo). Lo que es aún peor, la reacción a las teclas es poco fiable y a veces imprecisa, lo que en un plataformas no es precisamente una cuestión baladí.

Continuando con los aspectos propios de juego de plataformas, los mecanismos de saltos, botes de pared en pared y demás son los habituales en el género, incluyendo enemigos de final de fase (en este caso un solo enemigo recurrente, el rival "imaginario" de Trump). Hay trece niveles relativamente largos, pero por suerte trufados de numerosos checkpoints desde donde retomamos de forma automática la acción cuando palmamos. El problema es que si abandonamos el juego, hay que empezar el nivel desde el principio y no desde el último checkpoint superado.

Trump siempre tiene líos con la autoridad.

Y en todas partes hay peligros, desde caídas o policías que persiguen a Trump por (se supone) su color de piel, hasta cosas más raras como muros letales que nos persiguen para aplastarnos. Ese es uno de los mayores problemas que le veo al juego, que pronto la historia (que va de que Trump quiere montar su propia banda y ganar un concurso de jazz y el corazón de Lady Coquelicot) se convierte en una mera excusa para presentar niveles llenos de paredes giratorias, pinchos y trampas, cosas todas ellas muy normales en una ciudad del sur de los Estados Unidos a principios del siglo XX... Además aquí no tenemos vidas ni nada parecido, un golpe y palmamos, pero debo reconocer que con un poco de destreza e insistencia no es demasiado difícil avanzar de nivel en nivel, como demuestra que un torpe como yo haya llegado al final.

La música es un aspecto central del juego.

Como características particulares, Jazz: Trump's Journey incorpora un curioso poder de la trompeta de Trump: congelar ciertos elementos del entorno, como por ejemplo policías y plataformas móviles, de forma que mientras toquemos (y no hay límite de tiempo ni penalización por hacerlo) estarán fijos. De igual modo, algunas notas se congelarán en el aire, convirtiéndose en nuevos puntos de apoyo para saltar. Pero es todo un poco aleatorio, algunos elementos tienen un simbolito verde y sí reaccionan a la música, y otros lo tienen rojo y no se ven afectados. ¿Por qué? Pues porque sí. Lo mismo con los guardias, aunque en este caso los que se libran de reaccionar a la música llevan tapones en los oídos, con lo que tiene más sentido (y gracia).

Por la parte buena (que ya toca), el juego posee un estilo característico estupendo, no sólo en sus simpáticos gráficos, sino en lo referente a todo el diseño artístico. Se empieza a notar ya desde la sección de configuración y selección de niveles, que toma forma de la parte posterior de un teatro que Trump deberá recorrer en busca lo que nos interese. La gama de colores, el movimiento de los sprites, las frases añadidas como intertítulos de una película muda, etc., todo delata un estilo muy cuidado e interesante.

Intertítulos estilo cine mudo..

Y lo mismo podemos decir de la música, un jazz suave (principalmente de piano y algo de viento) que nos acompañará casi continuamente durante nuestra aventura. Puede desactivarse desde las opciones de juego, pero ¿quién haría algo así?

En resumidas cuentas, estamos ante un juego con encanto y estilo propio, muy cuidado en ciertos aspectos pero que echa en falta un mayor compromiso con su propia esencia, para que la historia no se volviera un mero elemento de atrezzo y diera más sentido a los niveles. He dudado en darle tres o cuatro estrellas ("palas" en nuestro caso), porque ya digo que el porting no es perfecto y el gameplay puede resultar en algunos momentos frustrante, pero creo que un juego hecho con tanto cariño y con un aspecto tan personal se merece que levante la mano en mi calificación. Si lo encontráis por ahí (y no es fácil), dadle una oportunidad.

Similitudes razonables con...


Tiny Barbarian

Calvino Noir

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